Timbres de Echeyde

Me llamo José María Zapata Martínez. Nací y vivo en Sabadell, Barcelona.

En casa, siempre, o casi siempre había un pájaro cantor. A mi padre le gustaban los jilgueros y canarios, los cuidaba y admiraba como a uno mas de la familia. Luego, pasado un tiempo, y ya con unos 21 años, llegaron a casa jilgueros, pinzones y verderones, cedidos por un compañero de trabajo muy aficionado que me aficionó sin quererlo a mí. Tras unos años, su cesión fue un Diamante Mandarín, (El trompeta), pájaro que me llamó mucho la atención y al cual busqué una preciosa hembra ancestral, (La Nena), con la cual empecé mi afición a la cría. En aquellos tiempos, (años 80), no eran muchos los criadores de estas especies, y no había Internet, por lo que fui aprendiendo la cría a base de consultas en tiendas de animales y algún canaricultor que, algo sabía de cría de exóticos. Más que nada fue la prueba-error, lo que me enseñó a criar Diamantes Mandarines.
En casa, los criaba y regalaba, pues quien me conoce sabe que jamás vendí ni le puse precio a un ejemplar nacido en mi criadero o aviario, cosa que intento mantener y defender por principios, ya que la cría de pájaros nunca a sido mi medio de vida, si mi forma de vida en tiempos anteriores y en la actualidad. No critico con ello que alguien lo haga, cada uno tiene su forma de ver las cosas y lo respeto enormemente, ¿como debe ser si no?.

Al convivir con ellos en el propio domicilio, a veces, puede suceder que alguien de la familia desarrolle una alergia tan común como es la de a la pluma, y por desgracia en casa pasó. Mi madre lo pasaba fatal con esa tan fastidiosa alergia, y hubo que desprenderse de los animales.

Ahí acabo mi primera etapa de cría de ejemplares.

Pasados unos cuantos años, y después de muchos cambios en mi vida, me veo con todo el tiempo del mundo y mi futuro asegurado. Ya sin ninguna relación estable y pudiendo viajar, me dispongo a vivir durante un tiempo en las islas afortunadas, y me mudo a un apartamento del Puerto de la Cruz, Tenerife, en la zona de Martiánez, donde puedo disfrutar del canto del canario silvestre en ese paraíso que es el llamado Barranco de Martiánez, donde paso las mañanas y algunas tardes paseando y deleitándome con esos preciosos cantos. No hay otra sensación igual que escuchar al canario silvestre en la naturaleza. Empieza a despertarse en mí de nuevo esa afición. Pero es que es natural, para un amante de las aves de canto como yo, pasear, ya no solo por la naturaleza escuchando a esos maravillosos y únicos cantores, como son los canarios silvestres, si no también  por la calles del Puerto de la Cruz, en donde cuelgan en los balcones canarios timbrados, amarillos y de todo tipo por todas partes, es imposible no volver a desear tener, al menos uno de ellos en casa. A todo esto se suma que, mi amigo y hermano Ángel Luis lleva días recomendándome la adquisición de un canario. Son tantas las ganas de tener uno que cuidar querer y escuchar a diario, que Ángel Luis me lleva a Santa Cruz una mañana, y entramos en una pajarería que tenía unos de los surtidos de canarios timbrados píos mas impresionante que nunca vi. Y de allí salgo con uno de los mas queridos ejemplares que he tenido nunca. Ángel Luis le llamó "Jordi", y me acompañó durante mas de dos meses.